COVADONGA PÉREZ Inteligencia relacional: la clave para transformar tu vida y tus metas

Covadonga Pérez-Lozana es una coach transpersonal, escritora y conferencista que alentó a miles a reconectar con su esencia. Tras una trayectoria inicial en el mundo corporativo —trabajando en marketing para una multinacional farmacéutica—, vivió una intensa crisis interior que la llevó a hacerse una pregunta fundamental: ¿quién soy y qué quiero realmente? Esta experiencia fue el punto de partida de su salida del mundo empresarial y el comienzo de su camino espiritual Conoce más en covadongaperezlozana.es.

Desde ese despertar, comenzó a impartir talleres desde finales de 2013, y en enero de 2016 publicó su primer libro: Aprendiendo a Amar. Cuando tú cambias, todo cambia. En él, y con un lenguaje claro y directo, invita al lector a reencontrarse con su ser esencial. Utilizando la historia de una protagonista, aborda la transformación personal a través del amor propio y la ruptura con patrones tóxicos en nuestras relaciones.

Inteligencia relacional: la energía que transforma conexiones y objetivos

Covadonga pone especial énfasis en la inteligencia relacional, esa capacidad profunda de entendernos a nosotros mismos y a los demás, de comunicarnos con empatía, resolver conflictos con conciencia y construir vínculos auténticos y sanos. Esto, para ella, es la base de cualquier crecimiento —personal, profesional o espiritual— porque somos seres relacionales por naturaleza.

En su enfoque, el amor consciente y el autoconocimiento son piezas claves. El acompañamiento relacional que propone trasciende los clásicos modelos de pareja dependiente o expectativas externas. La inteligencia relacional significa relacionarnos desde nuestro bienestar, no desde carencia

La inteligencia relacional en los deportistas es una herramienta clave porque el rendimiento no depende solo de la técnica o del físico, sino también de la manera en que se relacionan consigo mismos, con sus compañeros, entrenadores y hasta con la presión externa.

Algunos puntos donde se vuelve fundamental:

  • Trabajo en equipo: un jugador con inteligencia relacional entiende mejor a sus compañeros, sabe cuándo apoyar, cuándo liderar y cuándo ceder. Esto mejora la química del equipo.

  • Comunicación efectiva: ayuda a expresar ideas, emociones o incomodidades de manera clara y respetuosa, evitando conflictos innecesarios dentro de la cancha y en el vestuario.

  • Gestión emocional: permite controlar la frustración tras un error o una derrota, y transformar la presión en motivación.

  • Resolución de conflictos: en todo equipo surgen tensiones; un deportista con inteligencia relacional puede manejarlas sin romper la armonía.

  • Empatía y confianza: genera vínculos sólidos que refuerzan la unidad y el sentido de pertenencia en el grupo.

  • Liderazgo positivo: un jugador con estas habilidades puede influir en los demás, no desde la imposición, sino desde la inspiración y el ejemplo.

Las relaciones de pareja influyen directamente en el rendimiento de los deportistas, porque afectan tanto el estado emocional como el equilibrio mental y físico. Te lo explico en puntos:

  • Estabilidad emocional: una relación sana brinda apoyo, confianza y motivación. Esto se traduce en mayor concentración y seguridad en la cancha.

  • Distracciones y estrés: los conflictos de pareja no resueltos generan ansiedad, pérdida de foco y agotamiento mental que pueden disminuir el rendimiento deportivo.

  • Autoconfianza: sentirse valorado y respetado en la relación fortalece la autoestima, algo fundamental en la competencia.

  • Gestión de la energía: los problemas emocionales consumen mucha energía psíquica, lo que deja menos recursos para entrenar y competir.

  • Rutinas y hábitos: una pareja que acompaña hábitos saludables (descanso, alimentación, disciplina) contribuye al rendimiento deportivo.

  • Resiliencia: contar con un vínculo de apoyo ayuda a sobrellevar derrotas, lesiones o presiones externas con mayor fortaleza.

En conclusión, una relación de pareja puede ser un impulso o un obstáculo para un deportista: cuando hay equilibrio aporta confianza y motivación, pero cuando está en crisis genera desgaste y disminuye el rendimiento.

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